jueves, 12 de marzo de 2009

Never Mind The Bollocks

"En 1972, y no 1975 o el 1977, el punk irrumpe en el Reino Unido. Ese año tienen lugar allí el concierto que los New York Dolls protagonizan en el Wembley Arena y la grabación del tercer álbum de los de los Stooges", afirma Jaime Gonzalo en su espléndida, y recién publicada, biografía sobre el grupo de Iggy Pop. No resta dicha afirmación validez al movimiento musical que arrasó con todo en la Gran Bretaña de 1977, pero sí deja claro que Damned, Clash o Sex Pistols no surgen de la nada. Incluso Dictators y Ramones ya dan cera punk en Nueva York para ser esa especie de eslabón (o correa de transmisión) entre Muñecas y Chiflados y la metralla británica.

Ataque frontal al rock sinfónico y al heavy rock de excesivo virtuosismo (en lo musical) y al sistema capitalista (en lo político), la incidencia del movimiento punk, a treinta años vista, es clave en el posterior devenir del rock and roll, pero más débil parece su influencia en otros campos. Sí cabe decir a su favor que los discos que produjo siguen sonando a gloria bendita, tan frescos y cercanos como las mejores grabaciones de Chuck Berry o Little Richard. Porque hacia allí es adonde apuntaban, hacia la recuperación de la pureza y sencillez del primitivo rock and roll, más que hacia la (hipotética) debilitación de la Europa del bienestar.

Never Mind The Bollocks ha quedado como la más significativa y representativa obra de aquel movimiento, más allá de la manipulación publicitaria que de los Sex Pistols hicera Malcolm McLaren. Versión nihilista del punk, frente a la fuertemente politizada y comprometida de los Clash, el clásico por antonomasia de esta música es un tratado de malas maneras y agresividad condensadas en doce temas que rondan los tres minutos cada uno de ellos. Ataques a todo dios y mala baba por doquier parecen camuflar un disco extraordinario en lo musical, rock and roll de primer orden que suena como una unidad compacta (con una producción de Chris Thomas no demasiado punk, por cierto), difícil de dividir, pero de la que me gustaría destacar No Feelings, God Save The Queen y Pretty Vacant, tres gemas inmortales que representan a la perfección lo que fue un época, para bien o para mal, imposible de repetir.

Poco más tendrían ya que decir los Sex Pistols en lo estrictamente musical. Eran un producto, y como tal producto murieron; no es óbice ello para hacerse eco una y mil veces de la magnificencia de un álbum por el que no parecen pasar los años y que seguirá llevando a jóvenes en todo el mundo a empuñar una guitarra eléctrica para expresar con sencillez y sin pretensiones y pelos en la lengua aquello que tengan que expresar.

2 comentarios:

  1. Primero, quiero felicitarte por la profesionalidad y elocuencia con las que abordas cada disco. Con palabras breves y concisas, resumes a la perfeccion obras de las que se podrian escribir parrafos y mas parrafos, pero tu estilo es único.
    Sobre Nevermind the Bollocks, si bien, no es mi disco favorito de este movimiento, vaya que me encanta. No se como lo lograron, pero a pesar de ser una de las peores y musicalmente mas limitadas, los Pistols salen airosos y alcanzan la inmortalidad en este disco que es una autentica leccion de verdadero rock & roll. ¿que banda puede presumir de haber alcanzado el cielo con tan solo un disco de estudio? En fin, gran reseña.

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  2. Gracias, Hombre Mojon. Intento escribir lo mejor posible, y me gusta hacer reseñas breves, sí, en mi opinión es lo que más va con algo como un blog. Tengo un par de novelas escritas (una publicada, la otra, no) de doscientas páginas, y ahí sí que me explayo bien, ja ja ja. Tienes razón, un solo disco, y la gloria. Pero un disco espléndido de principio a fin.

    Un abrazo.

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