sábado, 16 de mayo de 2009

Van Halen

Clásico del hard rock de los setenta, pero inmediato como el punk, el primer disco de los hermanos Van Halen y David Lee Roth, publicado en 1978, sigue sonando a peculiar dinamita que huye de fáciles clasificaciones.

La guitarra de Eddie Van Halen, tremendamente técnica pero contenida, los gorgoritos de un cantante que parece un cruce —en heavy— entre Robert Plant, Elvis y Frank Sinatra y una base rítmica con los fabulosos Alex Van Halen y Michael Anthony dan lugar a un álbum fiero y sorprendente.

Abren con Runnin' With The Devil, un gran riff que señala el camino, y ya no bajan la guardia hasta al final. Temas propios como Ain't Talking 'Bout Love, Atomic Punk u On Fire conviven con versiones de los Kinks (You Really Got Me) y del bluesman John Brim (Ice Cream Man) que llevan a su terreno y que dejan ver influencias reflejadas en canciones cortas cercanas al espíritu original del rock and roll: diversión, baile y sexualidad.

Descubierto por Gene Simmons, el primero en la lista de agradecimientos de la contraportada, Van Halen se convertiría en uno de los grupos de mayor éxito de todos los tiempos, y completaría con sus dos siguientes trabajos (Van Halen II y Women And Children First) una irresistible trilogía que, como Thin Lizzy o AC/DC, haría de ellos referencia indiscutible del rock duro de finales de los setenta y principios de la década siguiente. Una auténtica delicia.

jueves, 14 de mayo de 2009

Big Fun y Get Up With It

Publicados ambos en 1974, Big Fun y Get Up With It recopilan temas grabados entre 1969 y 1974, periodo extraordinariamente fecundo en el que Miles Davis graba y edita tres elepés sencillos y tres dobles en estudio y cinco álbumes dobles en directo. Otros dos discos en directo (dobles, cómo no) recogidos en Japón y publicados en 1975 ponen fin a una etapa febril que daría paso a, en palabras de Ian Carr, “los años del silencio”.

Miles Davis había tocado y grabado con Charlie Parker y Dizzy Gillespie en los años cuarenta , había creado un estilo único de trompeta y era responsable de, al menos, dos obras clave de la historia del jazz (Birth Of The Cool y Kind Of Blue). Es decir, no tenía nada que demostrar ni nada que hacer para ser una figura única e indiscutible de la música norteamericana (y, por extensión, mundial) del siglo XX. Sin embargo, como siempre había hecho, él siguió buscando y arriesgando sin concesión o prejuicio alguno. La revolución que supuso Kind Of Blue y el jazz modal en 1959 se queda corta con la que experimenta el trabajo de Miles Davis a finales de la década siguiente cuando la electricidad entra en su música, en la que rock, funk, psicodelia, vanguardia europea, música india y cientos de referencias más penetran su particular visión del jazz para crear un sonido calidoscópico pero único y radical y de belleza sin par.

Aunque a la sombra de los esenciales In A Silent Way, Bitches Brew y On The Corner, el carácter diseminado y recopilatorio de Big Fun y Get Up With It no debe distraer al oyente, pues sendos dobles discos contienen hallazgos y momentos escalofriantes que les colocan, en riesgo y originalidad, por encima de la mayoría de producciones de su época (y de cualquier época). Miles Davis, característica de sus grabaciones de esos años, reúne a un número amplio de músicos (¡y qué músicos!) en los estudios de Columbia que, registrados por Teo Macero, parten de alguna pequeña melodía (a veces sólo sugerida) para llevar a cabo larguísimos desarrollos e improvisaciones que Davis va modulando. En la media hora del mantra que abre Big Fun, Great Expectations, composición de Miles Davis y Joe Zawinul, hallamos los pianos de Herbie Hancock y Chick Corea, la guitarra de John McLaughlin o el bajo de Harvey Brooks; instrumentos eléctricos (a los que se une un sitar también eléctrico) que conviven con el saxo de Steve Grossman, el clarinete bajo de Bennie Maupin o la trompeta del propio Davis. En el mismo mes de noviembre de 1969 se graba la pieza que cierra el elepé original, Lonely Fire, con una formación similar. Es en la primera parte de esta composición donde más ecos encontramos de las músicas concreta y electrónica europea y de compositores de bandas sonaras por ellas influenciados, como Jerry Goldsmith. En contraposición, Go Ahead John, que antecede a Lonely Fire, es interpretada por un básico quinteto en el que destaca la fiereza de John McLaughlin, mucho más cerca de Jimi Hendrix que de cualquier ortodoxia jazz.

Get Up With It se abre con He Love Him Madly, grabada en junio de 1974 y tributo a un Duke Ellington muerto el mes anterior; es una de las piezas más hermosas que jamás grabó Davis, homenaje a alguien a quien admiraba profundamente. Sus diez primeros minutos nos muestran al trompetista al órgano, intercambiando sonidos con las tres guitarras eléctricas que le acompañan. Es entonces cuando entra la mágica flauta de David Liebman, que irá dando paso a la sección rítmica para, juntos, explorar territorios ignotos que cautivan y envuelven al oyente en su exquisita sensibilidad. Los últimos cinco minutos de la grabación son testigos de la aparición de la trompeta de Davis que despide de forma inmejorable esta más de media hora magistral. La misma duración tiene la otra gran pieza del disco, Calypso Frelimo, con una guitarra menos que es sustituida por el saxo soprano de John Stubblefield. En contraposición a He Love Him Madly, el primer tercio es fuertemente rítmico con un Davis soberbio en sus interpretaciones a la trompeta. En el segundo tercio, sin embargo, retoma el órgano para dirigir al octeto a terrenos mucho más relajados que vuelven ser recios en la última parte de la composición, con una banda sonando cada vez más funk y bailable.

Big Fun, Get Up With It: grandes discos a los que el tiempo ha puesto en su lugar, sonando a su época y sonando únicos e intransferibles. Mérito y misterio de un artista también único y también intransferible, pero, sobre todo, genial.