jueves, 11 de junio de 2015

Kirk's Work


Ciego desde los dos añitos y muerto a los cuarenta y dos, Rahsaan Roland Kirk aprovechó su relativamente corta existencia (Mozart o Jaco Pastorius fallecieron con treinta y cinco) para desarrollar uno de los sentidos de los que la vida no le había privado: el oído. Su clásica imagen —un hombre negro e invidente del que cuelgan varios instrumentos de viento, alguno creado por él, y la boquilla de dos (o tres) de ellos atrapada entre sus labios— ya encabeza su tercera referencia, Kirk's Work, sobresaliente elepé grabado el 11 de julio de 1961 y también acreditado en portada al genial organista Jack McDuff: todo un festín el que se viene encima.

Armado del canónico saxo tenor y de sus saxos soprano (manzello) y alto (stritch), a los que suma esporádicas flauta y sirena, Kirk cocina junto con McDuff una exquisita receta de soul jazz cuyo delicioso sofrito de groove debe su dinamismo a la batería de Art Taylor y el contrabajo de Joe Benjamin. El tempo veloz manda en la mayoría de los siete temas, pero cuando se ralentiza en maravillas como Funk Underneath (aquí Kirk a la flauta) y Too Late Now, la maestría del cuarteto se manifiesta idéntica, si no mayor. La media hora larga del elepé tiene como curioso colofón una adaptación al universo hard bop de El vals de los patinadores de Émile Waldteufel (Skaters Waltz en el álbum), lectura que para el purista significará perversión y para nosotros gratitud, pues su valor consiste en anular casi por completo el rastro del compositor francés y adherirse a la perfección al conjunto del trabajo.

Una de las primera muestras de su talento, Kirk's Work anunciaba la magnífica, peculiarísima e indispensable carrera del a la sazón conocido solo por Roland Kirk. Sin embargo, su acabado y categoría hacen que los sonidos que porta no sean borrador para el futuro, sino valor propio que tantas décadas después se sigue saboreando con la misma alegría, asombrados por el desparpajo y la musicalidad de aquel cuarteto ad hoc que tuvo a bien existir a principios de la maravillosa década de 1960.



10 comentarios:

  1. No conozco este disco pero me da que es de los que me encandilaría. Tendré que buscarlo.
    Estupendo texto, Gonzalo. Abrazos.

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  2. Tampoco lo conocía, escucho un par de temas en youtube mientras leo el post (sorprendente las pocas visualizaciones que tienen los videos) y la verdad es que me parece muy buen disco así que se agradece el descubrimiento y ya lo iremos investigando con tiempo…
    La invidencia de Kirk y su introspectiva capacidad para sentir el jazz me ha recordado inevitablemente, a pesar de los vientos o cuerdas que los puedan diferenciar, a Tete Montoliu. Saludos.-

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  3. Segurísimo, Agente; conociendo tus gustos, el disco te va a encantar. Gracias.

    Me alegra que te guste, Krust. A Tete Montoliu y a uno de sus maestros, Art Tatum.

    Abrazos para los dos.

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  4. Me encanta este tipo. Su "Inflated Tears" me sigue persiguiendo como amazona en celo. Sigue, por lo visto, la telequinesis musical, y mientras el maestro del post jazzístico bloguero del país comenta este trabajo de Roland Kirk, el receptor se prepara en breve para realizar su primera entrada jazzera precisamente con este artista.
    Abrazos,
    JdG

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  5. Al menos la vida no le privó del oído como tan bien cuentas. Desconocía su existencia. Ilustrandome, como habitualmente por aquí. Un abrazo.

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  6. Al menos la vida no le privó del oído como tan bien cuentas. Desconocía su existencia. Ilustrandome, como habitualmente por aquí. Un abrazo.

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  7. Al menos la vida no le privó del oído como tan bien cuentas. Desconocía su existencia. Ilustrandome, como habitualmente por aquí. Un abrazo.

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  8. Gracias por esa maestría que me otorgas, Javier (alguno más habrá, je je je). "The Inflated Tear" son palabras mayores, espero con muchas ganas tu entrada sobre Kirk.

    Este disco es muy accesible y gozoso, Johnny, échale un oído.

    Abrazos.

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  9. Este no lo tengo catalogado, pero si el tío Rudy Van Gelder está detrás y además viene de tu mano...
    Un abrazo.

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  10. Disfrute asegurado, Sergio, aquí la calidad desborda el vaso.

    Un abrazo.

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