jueves, 29 de octubre de 2015

At Newport 1960


Ray Charles, Dave Brubeck, Oscar Peterson, Louis Armstrong, Nina Simone, Dizzy Gillespie, Horace Silver, Herb Ellis, Cannonball Adderley, Gerry Mulligan… No, no estoy haciendo una lista de los mejores artistas de la historia del jazz —que bien podría ser—, sino nombrando a los maestros reunidos en Newport en el verano de 1960 por George Wein. Y entre tanta luminaria en pleno estado de forma, un pequeño grupo de bluesmen que, un domingo por la tarde (el 3 de julio), tomaba el escenario para descargar —convenientemente electrificado— su arte cercano, felino y primitivo. John Lee Hooker, Sammy Price, Otis Spann o Muddy Waters llamaban a sus ancestros negros y africanos delante de un público básicamente blanco y burgués que había disfrutado de elegantes solos de piano, largas exhibiciones de los vientos y maravillosas voces.


De aquella jornada ya mítica salió At Newport 1960, clásico plástico en vivo de Muddy Waters que recoge puras la energía y la clase de la banda de Waters, ésas que Stones, Zeppelin y AC/DC absorberán a la hora de dar su versión del rock and roll y expandirla imparable en directo. Ocho temas y ocho espléndidas versiones de los mismos ejecutadas por seis elegantes tipos trajeados —las imágenes del grupo tocando no tienen precio— que, más que llevar el blues en las venas, son el blues personificado: Muddy Waters (voz y guitarra), Otis Spann (piano y voz en Goodbye Newport Blues), James Cotton (armónica), Pat Hare (guitarra), Francis Clay (batería) y Andrew Stephenson (bajo). El elepé es soberbio de arriba abajo, pero cierto que la lectura, dividida en dos partes, de Got My Mojo Working revoluciona a los espectadores —cuyo subidón es claramente perceptible en forma de gritos y aplausos— antes de que el mencionado Goodbye Newport Blues ponga fin al trabajo.


Difícil añadir algo más cuando la música es tan viva y expresiva como la que contiene At Newport 1960, capaz de llenar el espacio tan intensamente como una orquesta sinfónica. Su sencillez es madre de la misma prestación emocional que obras de complejas partituras o difíciles técnicas interpretativas, y es ahí donde reside su misterio, su belleza y, por supuesto, su inmortalidad. En un caso así, la palabra "recomendación" para quien nunca haya catado las notas y sonidos de los que hemos tratado se hace vaga, difusa, y, sin querer parecer imperativo, hay que sustituirla por "obligación". No vaya a ser que las medias tintas permitan que alguien, a estas alturas, se haga el remolón, y tengamos que cambiar por vudú el mojo de Muddy Waters.

11 comentarios:

  1. Me enloquece Muddy, pero este es el disco que más veces he escuchado, irresistible y extrictamente necesario.
    Un abrazo Gonzalo.

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  2. Que maravilla de disco, que ambiente, que todo. Conjunto de efectos que hacen de tener esta grabación, como bien dices, una obligación para cualquier humano con un mínimo de sensibilidad musical. Muy lograda reflexión sobre los beatíficos resultados (prestación emocional) de la sencillez frente a la complejidad. Esta música entra a borbotones de sangre.
    Abrazos,
    JdG

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  3. Yo creo que también, Addi. Necesario como el respirar.

    Es la sencillez que tanto nos emociona, Javier. Quien no tenga este directo tiene que ir a comprarlo ya mismo.

    Abrazos.

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  4. Bestial, aunque si te digo la verdad hace muchísimos años que no lo oigo, me acabas de despertar el gusanillo como tú bien sabes hacerlo. Abrazo.

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  5. El reencuentro puede ser de órdago, Johnny.

    Un abrazo.

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  6. Me tomare con mucho gusto esa obligación

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  7. Me he dado el gusto de oirlo varias veces y es una maravilla.Suena como un disco de la Chess pero en vivo, aunque creo que los discos de la Chess se harían a una toma se les puede consideral casi directos.

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  8. Y con el plus de energía que da el público a la banda. Me alegra que te haya gustado tanto.

    Saludos, Luis.

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  9. Grande Muddy Waters siempre, cuanto le debemos.

    Abrazos.

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